Esta semana comenzó con kilómetros y kilómetros de asfalto y mucho calor. A veces tenía tanto calor en los pies que me surgía la duda de si las suelas de las zapatillas podían llegar aderretirse y si podía quedarme pegada al asfalto como si fuera un dibujo animado.
De todas formas llegar al Castro de Baroña, seguramente uno de los lugares más mágicos de Galicia, vale la pena siempre, da igual cuantos kilómetros de asfalto haya que caminar. Asimismo, entrar en Noia y encontrarse todo el centro decorado con material reciclado es casi como estar en un sueño.
Después de pasar Noia, me dirigí a O Freixo donde pretendía buscar un sitio donde acampar. Ya en la villa, entré en un bar para cargar el móvil y descansar, cuando empiezo a hablar con la dueña del bar y su hija que de una forma desinteresada me enseñaron el puerto, subimos a uno de los barcos, me hablaron sobre su vida y sus sueños y me acogieron en su casa. A día de hoy, no tengo palabras para describir el agradecimiento y el calor que sentí ese día.
Al día siguiente, con el corazoncito lleno, caminé más de 40 kilómetros para visitar a uno/as amigo/as que estaban de vacaciones en a Lanzada. Después de tantos kilómetros, calor y 4 kilos de residuos recogidos, poder pasar tiempo con personas tan increíbles y una ducha calentita debe ser la sensación mas parecida a estar en el cielo.
Finalmente, llego a Fisterra y comienza a Costa da Morte por lo que dejo atrás el asfalto y me adentro en caminos estrechos de tierra que recorren acantilados y playas salvajes de ensueño.
Asimismo, esta semana han sido unos días de experiencias nuevas haciendo entrevistas para periódicos, radios y mi primera "charla" en el salón de actos de Muxía en las que me he sentido un poco torpe, pero que intentaré seguir mejorando.
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